Papá, si me porto bien, ¿qué me das?

¿Cuántas veces habremos dicho esta frase a nuestros padres? ¿Y cuántas las habremos escuchado de boca de nuestros hijos? A qué viene esto, os preguntaréis, Pues fácil.

Que hoy me he portado muy bien y me he hecho un regalo porque me lo merecía.

Hoy tenía la segunda parte de la aventura "hágase una prueba de esfuerzo y sufra como un bellaco". No os voy a mentir, iba acongojado, dicho sea finamente. Y bien, hoy me ha salido perfectamente. Supongo, como me decía Miguel, que cuando uno ya sabe a lo que se enfrenta y va mentalizado, las cosas suelen ser más sencillas. He llegado, los médicos se han portado de maravilla conmigo, haciéndome sentir muy cómodo, hasta me han acolchado la máscara por dentro para que me sintiera menos agobiado.

Y al final he podido hacer la prueba de esfuerzo, alcanzando ritmos de 4m/km y sin sensación alguna de ansiedad. Me han dado los resultados, y todo bien tanto para los doctores como para Miguel.

Y como he sido bueno y me he portado bien, me merecía un regalo.

Y que mejor regalo que quedar a rodar con Tania por el Retiro. Hemos ido 45 minutos muy muy suaves, porque el objetivo era ver las sensaciones de Tania tras sus recientes molestias y en mi caso, además, no cansarme mucho, que mañana tengo series de esas con las que Risco le mola ver mis gráficas. Hacía una noche espléndida y preciosa ideal para correr, 11ºC sin viento. Hemos ido por un camino dentro del parque, nuevo para mí, que me ha encantado, y nos lo hemos pasado bien, que era de lo que se trataba.

En conjunto, pues, un día que prometía ser duro, pero que no ha podido acabar mejor.