Apiádate de mí

No creo en dioses, pero el rodaje de hoy me viene al pelo para tararear la canción de El Último de la Fila, esa que dice "Dios de la lluvia, apiádate de las bestias y de mí". Lo de las bestias debe ser una referencia a algunos blogueros que yo me sé... Por favor, Tlaloc, dios maya de la lluvia, si existes, haz que pare de llover aunque sea un rato... y encima avisan los meteorólogos que podemos estar así hasta el sábado (a la Quedada id preparados, y no porque yo sea gafe, que conste, es que hace mal tiempo en todos lados)... para desde el domingo cambiar... a peor, a más nieve.

Vaya invierno que estamos teniendo, no recuerdo algo así en Madrid, y mira que el pasado ya fue duro. La verdad es que ni el frío ni la lluvia o la nieve me impiden salir a correr, pero esto se empieza a hacer pesado. Prefiero no imaginarme los entrenamientos de Satur o Sonia en León, de Jesús en Valladolid, de Vicman o Bekele en Toledo o de Alex en Pamplona...

He hecho un rodaje muy suave, 10 kilómetros a 6,11m/km de media, y a 154 pulsaciones. Me tocaba una hora, pero no puedo evitar redondear a números "redondos". Pararme en 9,733km no me convence, parece que me falta algo… en mi trabajo me pasa lo mismo, cuando, por ejemplo, compro acciones para clientes, nunca compraré 12,234 acciones; o compro 12,000 ó 12,500, siempre números exactos y con muchos ceros… Vamos, que al final, para completar los 10,000 he hecho dos minutos más y me he quedado contento.

Me he empapado de la cabeza a los pies, que manera de llover constante, hoy puedo asegurar que si que he echado de menos unas zapas como las de superRa...

Visto lo que caía, he decidido no irme al Retiro y quedarme por el barrio, aprovechando que aún era de día cuando he empezado para irme a la Quinta de los Molinos.

Lo que no imaginaba era el tremendo barrizal en que se ha convertido el parque después de la nieve y la lluvia de estos días. Y siendo un parque con muchas cuestas, ha sido como un cross. En las subidas me quedaba clavado, en las bajadas estaba siempre a punto de resbalarme.

A mitad de entrenamiento, entre que ya era casi de noche, que he empezado a tener miedo a algún esguince o similar, y que estaba hasta las narices de tragar barro y de pisar charcos como lagos, me he salido del parque, y me he ido a la pista de atletismo de Suances a hacer unos kilómetros en cómodo y total llano (en la gráfica se ve bastante claro el cambio de perfil), para volverme finalmente a casa por la calle Alcalá.

En conjunto, he ido muy cómodo de ritmos y de pulsaciones, y en el fondo, fondo, fondo de mi corazón reconozco que me lo he pasado bien y he disfrutado del entrenamiento. He estrenado mis zapas nuevas, con sensaciones mucho mejores de amortiguación y sin esas molestias que empezaba a arrastrar en la planta del pie con las zapas viejas.

Y mañana, por favor, Tlaloc, majete, que pare de llover a eso de las 7 de la tarde, que me tocan series…