Previo a la carrera
Un genial fin de semana en la buena compañía de muchos amigos blogueros. Un placer y un lujo ver en la feria del corredor ayer y en la puerta del estadio hoy a Barroso, Miguel Mij-Mij, Javi Unyko, Fernando Tragabuche, el Matraca...
Y sobre todo la compañía de una gran persona y escritor, Javier "Espiritu Gonzalez" que junto con su mujer Loli (un encanto, besos) y su amigo Félix me han hecho pasar muy buenos ratos, acogiéndome entre ellos como si nos conociéramos de toda la vida. Tres personas de esas que sabes a primera vista que son geniales. El sábado, comida en un maravilloso y baratisimo bar de tapas en Triana, cena en un bonito italiano junto a la Giralda. El domingo me llevaron al estadio... Lo dicho, mil gracias. Nos vemos en Madrid.
La carrera
Con una temperatura casi perfecta, solo algo de calor al acabar con solazo (nada dramático, 15-16 grados), todo pintaba bien.
La salida, al ser desde fuera del estadio, cómoda y rápida. Me pongo a mi ritmo, como voy muy alto de pulsaciones como toda esta última semana (la alergia me está machacando), lo sitúo a 5,40 de media. Van diez minutos de carrera y ya sé que no voy a por las 4 horas...
Así, sin incidencias reseñables y disfrutando del paso por Triana, la Torre del Oro y la orilla del Guadalquivir (para Gonzalo, km7, primera persona que nos dice, "vamos que no queda nada") subimos hasta la Macarena, y tras dejar atrás la Avda de Kansas City llego a la media, en 2h01, realmente cómodo y fuerte. Momento emotivo y alguna lágrima al paso por la casa donde vivió muchos años mi tristemente fallecida amiga Sonia.
La única molestia, tras pasar por calles muy peraltadas, la llevo arrastrando en el músculo lateral de la rodilla derecha desde el km12 o 13, un gran incordio pero que no me impide correr. Cambio la pisada y todo va mejor pero molesta a base de bien a ratos.
Hasta el km 25 todo sigue igual (un majete nos grita desde el coche "vamos, cabrones, a ver si corréis mas rápido") por un recorrido menos bonito, y por fin llego sin caminar al km 30 de una maratón, en 2h55m. Las sensaciones no es que sean estupendas, voy bien, pero sé que con las pulsaciones que llevo, lo que queda va a hacerse duro. Ya hace unos kms que he bajado algo el ritmo, voy a 6m/km. Vamos, que me voy a 4h10 o por ahí pero no estoy sufriendo.
A medida que las fuerzas van menguando, voy aplicando una nueva estrategia, dedicando pequeños tramos a mis amigos blogueros y facebookeros. Es una buena manera de seguir corriendo y ocupando la mente. "Hasta la esquina por Carlos, hasta ese señor alto por Bea, hasta esa maciza por Gonzalo, hasta ese niño por Jose, hasta ese árbol por Pepe, hasta el autobús por Manuel, hasta esa catedral por Ruth, hasta ese bloque por el Abuelo Runner..." Mentalmente te obligas a no parar para no herir sus sentimientos... Y al conocer a tanta buena gente, nunca te quedas sin nombres...
Entonces la cago (y nunca mejor dicho), y eso que no estaba pensando en don Isidro Punto 8 en ese momento, me tomo un segundo gel, de la marca de siempre, que me destroza el estómago... Desde ahí parada técnica en dos bares, y algunos pequeños tramos caminando entre retortijones.
Eso sí, estoy pasando por lo más bonito de Sevilla, el Parque de Maria Luisa, la Plaza de España, el hotel Alfonso XIII, la ruta del tranvia junto a la Giralda... Mucha gente y muchos ánimos que se agradecen. No hago más que chocar manos de niños, total, si no hay prisa.
En el km 37, un drama, un corredor tirado en el suelo rodeado de ambulancias y policias, nos desvian por la acera, espero que no haya sido nada grave.
Y así, entramos en los alrededores de la Cartuja, ya voy más asentado del estómago y a ritmo ultrero, van cayendo lentamente los metros y kilómetros. El Parque del Alamillo y las vueltas que te hacen dar antes de entrar al estadio son crueles, horribles, demoledoras, lo ves tan cerca y giras y giras y parece que nunca llegas...
La entrada en el estadio es una total gozada, me permito el lujo de acelerar en el último kilómetro y entrar feliz, contento y sonriente en meta. Prueba superada, disfrutada y gozada. Otra demostración de que nada es imposible si uno se lo propone, aunque seas un paquete sin grandes cualidades como el menda.
El tiempo final, el de casi siempre, 4h24m (incluyendo casi 10 minutos de paradas técnicas, gracias a los bares que me han dejado pasar y utilizar sus bien limpias instalaciones)... Otra maratón a la saca (ya van seis) y una genial experiencia.
La organización, muy buena. Muchos voluntarios, cómoda recogida del guardarropa, avituallamientos generosos incluso para los que vamos a cola del pelotón. Y el recorrido infinitamente mejor que el de hace dos años, con muchísimo más público en las calles. De los pocos errores, aunque, aunque opinable, el no dar botellas sino vasos de agua e isotónica. Beber del vaso implica que tientes que bajar el ritmo para beber, y quizás caminar para beber tranquilo y no llenarte de aire el estómago, por no hablar de que del medio vaso que te han llenado se desperdicia más de la mitad.
Tras la carrera mientras camino hacia el guardarropa, compruebo que ando medio cojo de la rodilla. En carrera me ha ido dejando hacer, al acabar, se queja.
Después, paseo tranquilo, que viene bien para evitar agujetas, de vuelta al hotel. Un placer saludar al gran José Moratinos en el giro a punto de entrar en al estadio. Ducha refrescante, luego comida suave para entonar el estómago, y vuelta relajada a Madrid en el tren, donde aprovecho a ir perfilando esta crónica.
A repetir. Una maratón totalmente llana, barata y ahora bonita bonita bonita. Hay tramos cuya belleza y luminosidad corta la respiración. El año que viene, si nadie cambia, me apunto seguro.
Consideraciones finales
En este momento, ni una sola agujeta, podría salir a correr perfectamente, aunque el músculo de la rodilla aún molesta y cruje y seré prudente (hasta mañana o pasado)
Me encantan las maratones. Para no entrenarlas específicamente con esto de las carreras de 101 y similares, con la carga de kilómetros que llevo y la falta de velocidad que entrenar ultras implica, me ha salido bastante decente. Una pena lo del estómago, pero las sensaciones fueron buenas hasta ese momento, y mi control de ritmos y respiración muy adecuado.
En una carrera de diez mil (bueno, de esas no hago), o una media, llegar a meta es agradable y te sientes bien y esas cosas, pero no es nada especial.
En una de 100km al llegar, de lo cansado y hasta las narices que estas de dar tumbos por montes y montañas durante tantas horas, no sientes más que cierta satisfacción y sueño, mucho sueño. La ilusión y la emoción desbordante te vienen un dia o dos más tarde, eso sí, algo que no se puede uno imaginar.
En la maratón, la entrada en meta es instantáneamente maravillosa, emocionante y emotiva, es esa distancia en la que te sientes un poco héroe.
Los próximos días iré poniendo fotos...