Viernes
Llego a Sevilla el viernes por la tarde. Qué bien se viaja en tren, me digo, y más aún me lo diré el domingo a la vuelta…
Me voy al hotel, a la farmacia a comprar Traumeel e ibuprofeno, a comprar algo de cenar, y a las 10,30 ya estoy en la cama durmiendo.
Sábado
El sábado me levanto a las 8,15 tras muchas horas de sueño reparador tras una semana dura. Me voy a hacer un rodaje suave, media horita, por la orilla del Guadalquivir, está claro que mañana con esta temperatura, toca correr con camiseta de tirantes y pantalón corto. El tobillo molesta, pero no impide.
Volviendo del rodaje, me encuentro en la puerta del hotel al gran
Ultramaratoniano José y a su encantadora amiga Doris. Quedamos en la feria del corredor a las 11.
Paseo desde el hotel a la Cartuja y al Estadio Olímpico. Me voy encontrando durante la mañana a un buen montón de blogueros:
Fernando Tragabuche,
Ricardo Cabrera,
Triatleta Caletero,
Triatlon Nazareno,
El Lay,
Carlos Ultimos Metros,
Atleta Matraca Roteño,
Kiko,
Papá Campeón y muchos más que seguramente no recuerdo…
A las 12, tras recoger el dorsal y la excelente bolsa del corredor (camiseta técnica de tirantes, pantalón corto, pin, llavero, bolsa, revista oficial, mapa…) me bajo con Doris y José a escuchar una interesantísima conferencia sobre la historia de las primeras maratones olímpicas, desde 1896 a 1908, llena de anécdotas y curiosidades.
Tras esto, a la comida de la pasta, disfrutando de los amigos y saludando a un montón de gente.
Por la tarde, quedo con
Jaime, su amigo Paco y otros amigos para dar un paseo, tomarnos algo, y volver pronto al hotel a descansar. Agradable charla, buena gente.
DomingoLlega el domingo. Desayuno, visita al baño, y paseo con Jaime y Paco hasta el Estadio. Una organización excelente, la recogida de bolsas en el guardarropa, baños a mogollón, la cámara de calentamiento bien calentita para no pasar frío, olor a réflex a saco. Nos vamos viendo y saludando.
Llega la hora. Me voy con Carlos a la pista, nos colocamos en la zona de las 4 horas. En mi caso, veo al globo de las 4 horas, le pregunto como va a ir de ritmos, me explica, y me convenzo de ir con él. No las tengo todas conmigo por el tobillo y lo parado que he estado las últimas semanas, pero no sea por intentarlo, que el ritmo estará bien si no me rompo por el camino.
A las 9,30 se da la salida. Vemos salir a los primeros como locos. Los que vamos detrás tardamos una eternidad en empezar a correr, el embudo que se forma a la salida del estadio por el Túnel Sur es un pasote, el único punto negro de la carrera, sobre todo para los que vengan buscando marca. Tardo siete minutos en hacer el primer kilómetro, para que os hagáis una idea…
Los primeros 10kms se hacen por la Isla de la Cartuja y el Parque del Alamillo. El globo, que ya nos había avisado, nos lleva a un ritmo de 5:25-5:30 para ir recuperando el tiempo perdido en la salida. Mis parciales 28,38 el primero, 27,28 el segundo cinco mil. Voy fenomenal de pulsaciones y de piernas, el tobillo no molesta apenas.
Salimos de La Cartuja en el km 10. Nos dirigimos por la carretera de circunvalación, la carretera de Carmona y la Avenida de Kansas City hacia la media. Todo sigue bien, mucha juerga en el grupo de las 4 horas, cachondeo con el ritmo al que nos lleva, que sigue siendo de 5,30 en vez de 5,40, pero ya nos dice que desde la media bajará el ritmo. Alguno se queja de que el globo del año pasado contaba chistes y este no...
Avituallamientos cada 2,5kms, bien organizados, agua, Powerade y fruta. Lo único problemático lo de darnos el agua en botellas cerradas, que puede causar disgustos, como ya comprobaré más adelante.
Paso los parciales del 10 al 15 en 27,32 y del 15 al 20 en 27,50. La media se pasa en 1h57m,37s ya hemos recuperado todo lo perdido en la salida y algo más. Como prometido, el globo baja un poco el ritmo, nos acercamos a los 5,40m/km de ritmo, y así picamos del 20 al 25 en ligera subida, ya en 28,09. Se nota la bajada de ritmo, mejoro las pulsaciones, las piernas parece que aguantan, el tobillo me da recuerdos, pero no impide.
Y en ese momento, pasado el avituallamiento de 25 en algo menos de 2h20m, el corredor que va delante de mí se tropieza con una botella cerrada y llena que está en el suelo (de hecho, había cientos de ellas en todo el recorrido, en qué pensará la gente), se cae, la manda para atrás, y la piso yo, con el tobillo derecho, el que ya tenía fastidiado.
Veo las estrellas, todas a la vez. Paro un segundo, ando. Me acuerdo de toda la parentela del corredor que ha tirado esa botella, a dúo con el otro corredor afectado, que este si que se ha hecho daño de verdad, y decide retirarse. Yo intento correr, pero me duele muchísimo al apoyar.
Me tranquilizo, pasado el cabreo, y me hago mis cálculos, andando llego en torno a las 5 horas sin que me cierren el estadio, y tengo que ir allí a por mis cosas. Y hala, a andar, que hay que llegar a meta, y sonriendo. Intento de vez en cuando correr, pero me cuesta, no consigo enlazar más de un km seguido con el dolor de tobillo. Y tampoco quiero forzar postura, que entonces si que me fastidio del todo.
Y empieza el cachondeo. A medida que nos vamos juntando los corredores lesionados, agotados, cansados o derrotados, empezamos a hablar unos con otros, a darnos ánimos.
Alguno cuenta chistes, otro nos canta unas cuantas de los Chichos, el de más allá va cantando con sus cascos sus canciones favoritas de Extremoduro, muchos van piropeando a las chicas con las que nos cruzamos, todos nos vamos contando nuestras lesiones, rodillas, ampollas, esguinces, agotamiento, de donde somos, a donde vamos…
Van pasando los kilómetros entre gritos, chistes y risas, intentos de correr, vuelta a andar (eso sí, rápido, que hice un km entero andando en menos de 9 minutos, ya os cuento)… Los parciales de 5kms ya bajan a 32,35 y 38 minutos…
En Triana voy charlando con un corredor simpatiquísimo que al pasar por su bar favorito, me pregunta si quiero una caña, que ya que vamos andando… la mía sin alcohol, vale, entra a por su caña y la mía, no le cobran, que son colegas, y nos hacemos un kilómetro entero, del 35 al 36 andando rápido y charlando, ya digo, en menos de 9 minutos, eh. La gente se parte de risa al vernos.
Ya refrigerado y rehidratado, sigo intentando correr de vez en cuando, que a eso había venido. En el km 37 más o menos me saluda Javier, un corredor lector del blog que me reconoce al ver mi figura esbelta, me saluda, corro a su lado un rato, pero nada, no puedo, me duele demasiado el tobillo al correr.
Nos volvemos a meter por el Puente hacia la Cartuja, quedan 4 kilómetros, sigue la pauta andar/correr (hasta 15 andadas, que nunca paradas, en 17kms) por el Parque del Alamillo. En el 41, ya oliendo a meta, otro corredor con el que llevo unos metros hablando y yo nos conjuramos a llegar desde ahí a meta corriendo, aunque sea despacio.
La entrada en el estadio es una pasada, bajas el túnel, y entras en esa luz, ese público que anima, hasta me permito el lujo de intentar sprintar. Llego a meta contento y feliz, otra maratón superada. Un disfrute.
En meta una amable voluntaria me quita el chip y me ata la zapatilla, otra me da una toalla, otra la medalla conmemorativa. Paso a la zona interior, me seco, me cambio de ropa, y sin perder mucho tiempo, a la comida post-carrera.
Saliendo del estadio voy hablando con Katie, una encantadora corredora californiana residente en un pueblo cerca de Sevilla, que muy jovencita ella, pero lleva ya 15 maratones, el mejor en 3h14… Nos vamos a la feria, y nos sentamos con Fernando, su mujer y su “pequeño” hijo a comer, va llegando más gente, veo a Doris (carrerón) y a José (ya os contará, enhorabuena). Música rockera a toda caña, con valientes que hasta bailan…
A la salida de la comida se cumple mi profecía, menuda manera de llover en mi camino hasta el hotel. Pero durante la carrera ha hecho el tiempo perfecto, nublado, 12-13 grados. Esta vez ha habido suerte.
Vuelta al hotel, ducha reparadora y para el Ave de vuelta. Que gusto da llegar a casa descansado en vez de darse la paliza en coche.
En Sevilla he disfrutado, me he reído, he conocido gente estupenda, qué más se puede pedir. Pienso volver, que por 20 euros, pocas maratones ofrecen más y mejor. Si ya puestos, cambiaran un poco el recorrido para meternos más por el centro de la ciudad, sería perfecta.
Lunes
Hoy me he levantado sin apenas agujetas, bien de cuadriceps, pero el tobillo me molesta al andar, habrá que darle algo de tiempo, esta semana descanso, que en dos meses toca Mapoma…
Sí, hoy o mañana seguramente me apunte, será la tercera en cuatro meses, pero como siempre, de suave, a ritmo cómodo (en Mapoma, sabiendo el perfil y el calor, aún más prudente), objetivo llegar, y si no, disfrutar hasta donde se pueda. Me encantan las maratones y su ambiente. Siempre con respeto a la distancia, pero con la ilusión de conseguir llegar a meta, e incluso, alguna vez, sin tener que pararme en los últimos 15kms ;)