Ayer disfruté de una experiencia inolvidable, una caminata de casi 19 kilómetros que prácticamente replica la Integral de la Pedriza, con más de 1500m de desnivel positivo. Casi ocho horas, incluyendo innumerables paradas para sacar fotos y otra para comer.
Salía desde Canto Cochino a eso de las 9 de la mañana, dirección al Yelmo. Para empezar, una subida de las buenas, aunque de esas que aun se pueden casi hacer sin usar las manos.
Llego al cruce con la Senda de las Carboneras que me llevaría a la Pradera del Yelmo y no la encuentro...
Tras unos minutos deambulando entre arbustos, llego a una praderita y encuentro otra senda, la de las Cerradillas, que pasa por el Elefantito, y tras un kilómetro agradable, y casi en llano, saludando a una simpática cabra, llego sin problemas al cruce con la Senda Maeso, la que sube hasta lo mas alto de la Pedriza.
Desde aquí toca jugar a seguir hitos y señales amarillas y blancas.
Subir sube la senda, sí, pero incluye en el menú todo tipo de atracciones: saltos de rocas, tramos de escalada, arroyos, túneles, agujeros donde reptar, piedras resbaladizas por la lluvia de estos últimos días, todo son alicientes.... Jod.. con la senda, es mucho mas dura de lo que pensaba.
Tras un tramo machacante, paso el cruce con la Pradera del Yelmo. A veces dudo de si puedo escalar esas piedras, y me pierdo una o dos veces. Tras disfrutar de cabras y caballos, se llega al Collado de la Dehesilla. Y ahí hay una bajada a tumba abierta que con las piedras húmedas y algo de hielo se hace durísima.
Acaba la bajada y llega otra subida curiosa hacia el Torro y la Pared de Santillana, aquí empiezan a verse tramos de nieve y hielo.
Más diversión, piedras mojadas, túneles y pasadizos bajo rocas, señales difusas, y un paisaje lunar increíble, no paro de hacer fotos.
Paso un bosque, llego al Collado de la Ventana, aquí ya hay un huevo de nieve en las zonas que dan a sombra.
Se me rompe el pantalón al engancharme con unas piedras, menos mal que llevo mallas cortas debajo.
Se va quitando el sol y hace fresco. Pero las vistas son formidables.
Sigo pasando por lugares impresionantes como éste.
Y llega lo que debería ser lo más duro (no lo será, ya veréis), las últimas subidas hasta las Torres que coronan la Pedriza. entre bloques de granito, trepando, pasando por túneles naturales a gatas o directamente tumbado.
Intentando no resbalarme demasiado, voy subiendo entre hitos y señales, y poco a poco voy cogiendo altura. Giro mal y me meto en una cuesta arriba bastante dura por nieve, eso
si, viendo unas vistas tremendas. Vuelvo al camino por esta roca con forma de caballito. Hace frío, pero esto es una gozada.
Se me está acabando la batería de la cámara de fotos. Una pena, porque esto es precioso.
La aprovecho para sacar unas últimas fotos de estos parajes alucinantes. En un vivac sem-escondido paro a comer.
Queda bajar, lo fácil, ¿no?... Y una leche, la senda que sigue por la cara posterior de las Torres apenas se ve bajo una capa de nieve que llega hasta la rodilla. Voy buscando hitos y siguiendo pisadas de caminantes anteriores, me resbalo montones de veces por las piedras que hay bajo la nieve, hace frío, aguanieve, me duele el culo, y se me esta empezando a hacer tarde.
Llego al Collado del Miradero y despistado por la lluvia, dos cabras que me miran con recelo y unos cuernos enormes, no pillo el camino fácil de bajada, el mapa se me ha destruido con la humedad, y no me atrevo a bajar por lo que parece obvio, un camino interior. Y no hay nadie que me pueda sacar de dudas, que en toda la subida me he encontrado con menos de diez personas.
Decido seguir por la senda amarilla/blanca, que me llevará hacia abajo por La Cuerda de las Milaneras, un camino más largo, menos señalizado, y con subidas y bajadas demoledoras, porque son muy duras y porque el camino de marras discurre en buena parte por la cara oeste de la Pedriza, la que da a la Cuerda Larga, en la que se mantiene la nieve y la lluvia.
Hay tramos de bajada terroríficos, no sé bien como bajarlos, me decido por el estilo clásico, culo en piedra, piernas en rocas, manos en salientes, salto y a rezar...
Bajando, bajando por las Milaneras me encuentro un rebaño de cabras, al menos 10, me miran como sorprendidas, paso a un metro de ellas y ni se inmutan, no me deben ver peligroso. Que bonito.
Tras un tramo interminable y deslizante entre rocas enormes, el camino gira a la izquierda hacia un bosque, sigue siendo complicado, pero hay menos piedras para deslomarse. A cambio hay más ramas y raíces.
Lo malo es que entre los árboles es más difícil seguir las señales, me pierdo dos o tres veces.
En un desfiladero de piedras de los peores de todo el recorrido, de los que acojona bajar con la piedra húmeda y resbaladiza, es que ni reptando me atrevo, me encuentro a una pareja que va subiendo, les comento que se les va a hacer de noche si quieren llegar a las Torres, el chico dice que no es problema, la chica no lo tiene tan claro. Me dicen que por la senda amarilla me quedarían unas dos horas para llegar al parking, me tranquilizo, puedo llegar sin problema de día. Les dejo discutiendo...
Más bosque, hay menos señales y pocos hitos, me pierdo una vez y empiezo a dudar. Pero milagrosamente buscando las señales encuentro una senda marcada con hitos que gira hacia dentro de La Pedriza, hacia el Este y que casi sin duda, debería bajar hasta el camino principal de bajada hacia el parking. La sigo, confiado en que los buenos samaritanos que han puesto los hitos me lleven a buen destino. En el mapa pone que por aquí hay una senda, espero que sea esta. Si acierto, me evitaría pasar por el Carro del Diablo y el Collado Cabrón, que con esos nombres, más rocas, y la hora que es, me alegro mucho de no pasar...
Y sí, la senda llega tras serpentear durante un buen rato a un cruce de caminos en el que vuelvo a ver a mi derecha unas maravillosas señales amarillas y blancas, es la PR2, la senda principal, bastante fácil de seguir, y algo más transitada, que sin perdida me llevara hasta el parking y al coche.
La sigo durante casi cuatro kilómetros, ya casi silbando, bajada bastante cómoda entre pinos y se puede hacer sin reptar, escalar o saltar...
Y así, tras casi 8 horas de paseo, a eso de las cinco de la tarde llego al coche....
Ha sido maravilloso, que paisajes, las mil y una formas de las rocas, esculturas caprichosas, la paz y el silencio. Soy feliz.