Diario de un corredor feliz

Suena el despertador. Son las 7 de la mañana. Estás contento, hoy vuelves a correr.

Te levantas, te vistes, y bajas las escaleras de casa. Hace un día glorioso, está amaneciendo, y durante la próxima media hora vas viendo aparecer un cielo precioso, azul, luminoso, increíble. La luna desaparece entre las nubes en el horizonte.

Te has puesto tu camiseta de Mapoma 2011, hoy toca estrenarla, que todos sepan que has triunfado, que el domingo fue el día en que venciste a la fiera, conquistaste las más altas cimas, superaste ese reto tan duro, fuiste maratoniano una vez más.

Empiezas a correr, los primeros cinco minutos los dedicas a volver a sentir las piernas, esas piernas que tan amablemente te sostuvieron durante 42,195 metros, esos cuadriceps que aún se acuerdan de tantas subidas y bajadas, y te lo recuerdan con pequeños pinchacitos, ese tobillo maltrecho que hoy no se ha quejado.

Das la vuelta al parque y al polideportivo, notas o crees notar que la gente te mira, sabes que te aplaudirían pero les da vergüenza, ven que hoy eres otro Jan, ya no eres el mismo. Vuelves a pasar por casa, cruzas Donostiarra y el puente hacia el Parque de las Avenidas.

Una mañana luminosa te sigue sonriendo, los pájaros pían, las primeras mariposas de la primavera te saludan. Los primeros corredores con los que te cruzas te miran, sorprendidos, como admirados de ver a ese corredor que, dos días después del esfuerzo, ya está rodando, aunque sea a ritmo lento y con piernas de palo.

Un corredor se pone a tu lado, y te da la enhorabuena, te pregunta que tal Mapoma, le cuentas que eres feliz, que fue duro pero un momento único, que lo trataste con respeto pero sin miedo, que te costó pero disfrutaste.

Das la vuelta y vuelves hacia casa, se nota que estamos de vacaciones, poca gente en las calles, superas la última cuesta, aceleras un poco para terminar el rodaje con buenas sensaciones. Ha sido sólo media hora, pero media hora gloriosa, sin mirar el reloj ni el pulso, simplemente disfrutando del placer de correr. Y te vas al trabajo tan contento.

Canción del día: Silvio Rodríguez- Pequeña serenata diurna. Una preciosa canción para este precioso día.

Soy feliz,

soy un hombre feliz

y quiero que me perdonen

en este día

los muertos de mi felicidad.